1.2. ¿Para qué sirven los mapas conceptuales?
Un mapa conceptual es una herramienta de planificación, gestión, aprendizaje y evaluación basada en:
- Comprender y asimilar contenidos (Novak, 1998).
- Relacionar información.
- Representar y compartir conocimiento (Novak, 1998).
- Gestionar el conocimiento (Gallego Arrufat, 1996).
- Almacenar información (Gallego Arrufat, 1996).
- Hacer un modelado colaborativo del conocimiento (Gallego Arrufat, 1996).
- Evaluar conocimientos profundos (Gallego Arrufat, 1996).
- Clarificar el conocimiento (Benítez, 2008; Yaber, Lusbin y Muniz, 2008; Romero, Gijón y Crisol, 2010; Crisol y Montejo, 2011).
- Enriquecer recursos documentales (aportación visual y gráfica).
- Sintetizar información de manera gráfica.
- Mostrar la estructura de un recurso documental o didáctico.
- Estimular el desarrollo de habilidades cognitivas y metacognitivas.
- Enseñar (Cañas, Ford, Novak, Hayes y Suri, 2001).
- Autoaprendizaje (Cañas et al., 2001).
- Aprender a aprender (Cañas et al., 2001).
Por lo tanto, se usa en el ámbito educativo, profesional e, incluso, social y cotidiano con finalidades muy diversas: enseñar, aprender, evaluar, mostrar proyectos, resumir informes o textos largos, clarificar contenidos, mapar un recurso o material, estructurar la información, pauta de autoevaluación, guía conceptual, etc.
Una de las características de los mapas conceptuales es la reconciliación integradora. Es decir, los mapas conceptuales permiten, por un lado, reconocer nuevas relaciones entre conjuntos de conceptos y, por otro, se utilizan para valorar las concepciones y relaciones erróneas que se tienen de los conceptos, reconciliando e integrando los conocimientos previos.